HONGOS Y ACEITES CONTRA GUSANOS QUE AFECTAN LOS CULTIVOS
Expertos del Conicet lograron exitosos resultados en la generación de controladores biológicos que no afectan a los seres humanos ni el medio ambiente. El bromuro de metilo (BM) fue el gas más utilizado en el mundo desde la década del ’70 para controlar todo tipo de plagas en cultivos agrícolas. Demostrada su toxicidad para las personas y sus efectos perjudiciales hacia la capa de ozono, a partir del Protocolo de Montreal de 1987 se establecieron plazos para reemplazarlo paulatinamente por otros compuestos que no dañaran la atmósfera terrestre, hasta eliminarlo por completo. En los años que siguieron, surgieron diversos acuerdos que fueron clasificando los usos por sectores y países específicos. La fecha límite para erradicarlo era 2015. “En esa reducción de la aplicación del producto se fueron intensificando ciertos problemas fitosanitarios, es decir relacionados a las plantas, que preocuparon mucho a los productores y que dieron lugar a la búsqueda de soluciones alternativas. La principal plaga son los nematodos, gusanos microscópicos muy difíciles de combatir”, relata Sebastián Garita, becario doctoral del Conicet en el Instituto de Fisiología Vegetal (Infive, un acuerdo entre el Conicet y la Universidad Nacional de La Plata), abocado a distintos proyectos de investigación para atacar a la única especie que afecta el cinturón hortícola regional, denominada Nacobbus aberrans. Aunque prefiere tomate, morrón y berenjena, el bichito ataca todo tipo de cultivos. Su modus operandi consiste en ingresar a la raíz y formar unas bolitas muy pequeñas que parecen nudos llamadas agallas, dentro de las cuales se instalan las hembras para poner huevos. “Si bien parasitan la planta y por ende le roban alimento, no es ése el peor daño que le ocasionan, sino la quebradura de los tejidos de conducción: rompen los tubos por los que recibe y transporta agua y nutrientes”, explica Mario Saparrat, investigador independiente del Conicet y coordinador del grupo de trabajo. “El problema de cualquier enfermedad se intensifica con el aumento de cultivos en invernáculos, porque hay temperaturas y condiciones óptimas todo el año. En el exterior las heladas, por ejemplo, interrumpen el ciclo de vida del gusano, pero a puertas cerradas eso no sucede”, añade Garita.